Friday, June 15, 2018

Comunicaciones y riqueza

Fue G. K. quien afirmó que la prensa era la censura. En este pasaje de su libro sobre Chaucer nos explica cómo funciona el asunto. Para entender por qué millones de abusados defienden la agenda de los que se enriquecen con la muerte habría que acudir a Paulo Freire: "El oprimido se identifica con el opresor, lo adora, quiere parecerse a él. Nadie quiere reconocerse como víctima".






El problema verdadero de la Edad Media radica en su deficiente y rudimentaria manera de comunicar sus cosas buenas; no en que careciera de cosas buenas para comunicar. Hoy en día estamos en condiciones de apreciar la diferencia; cuando tenemos muy buenas comunicaciones y no tenemos nada para comunicar. La impotencia del medievalismo para llevar a cabo sus propios planes, ya fueran buenos o malos, puede ser puesta a prueba si se comparan sus procesos con una cosa práctica como el periódico moderno; ese órgano ruidoso y regular con el que nuestra civilización proclama cada día que no tiene nada para decir. Si hubiera existido en la Edad Media, es concebible que habría hecho más populares a los filósofos y, ciertamente, más tiránicos a los tiranos. Nadie en la Edad Media era tan rico como para haber podido enviar cada mañana un heraldo a la casa de cada hombre a contradecir con trompeta y tabardo cualquier punto de vista diferente al que ese hombre rico deseara promulgar; y sin embargo ese es el poder que ahora poseen algunos hombres ricos, mucho menos dignos que cualquier hombre rico del siglo catorce. Ningún hombre era tan rico como para clavar en la madrugada una proclama en cada puerta, como ahora algunos son lo suficientemente ricos para poner un periódico en cada mesa del desayuno; en ambos casos de manera que las proclamas no pueden ni son respondidas. Es divertido especular qué habría pasado si Caxton hubiera llegado un siglo más temprano y hubiera desarrollado todos los poderes de unos siglos después; y que un motor como la prensa hubiera estado (por supuesto habría estado, y todavía lo está) en manos de la clase gobernante del momento. Si el rey pudiera haberse dirigido a sus súbditos de repente y de manera simultánea, sin duda se habrían evitado muchas revoluciones basadas en rumores; esto no habría sido menos efectivo si los rumores fueran ciertos y la explicación real falsa. Es probable que Ricardo Segundo hubiera evitado el levantamiento de los campesinos, si hubiera podido publicar en cada casucha y cabaña del campo su famoso discurso de Blackbeath, con la promesa de reforma y de ser un líder popular. Después, la promesa podía romperse a su debido tiempo, como era común entonces y probablemente lo es ahora; quizá a través de la misma agencia, la presión de los plutócratas en el parlamento. Del mismo modo, si Bolingbroke hubiera podido enviar diligentes hombres a caballos por toda Inglaterra, de manera que cada señor, propietario o vasallo pudiera escuchar su opinión sobre el asunto y no otra; si hubiera podido hacer eso en un día, el mismo día que depuso a Ricardo Segundo, es probable que no hubiera habido levantamiento en el Norte ni batalla de Shrewsbury ni leyenda del regreso de Ricardo. Lo cierto es que habría solidificado enormemente la posición del usurpador; y si eso hubiera sido una buena cosa debe dejársele al lector para que lo juzgue según sus principios. Que baste con notar, como un aspecto de la rudeza y lentitud de las comunicaciones medievales, que las revoluciones podían ocurrir en un lugar del país, mientras que en otro lado la persona más poderosa no tuviera poder de negociar. Y si, por otro lado, ocurría algo frente a lo que no era deseable ninguna negociación, no había entonces una maquinaria eficiente para mantener al público desinformado sobre el asunto.




No comments:

Post a Comment