
Hasta ese momento, siempre se había concebido que la
verdad podía más o menos encontrarse en la novela de modales. Charlotte Brontë estremeció al mundo al mostrar que una verdad infinitamente más vieja y
elemental podía ser expresada en una novela en la que ninguna persona, buena o
mala, tuviera ninguna clase de modales. Su trabajo representa la primera gran
afirmación de que la rutina de la civilización moderna es un disfraz tan torpe
y engañoso como el de un baile de máscaras. Mostró que puede haber abismos
dentro de una institutriz y eternidades dentro de un fabricante; su heroína es
la solterona común, con el traje de lana y el alma de fuego. Es significativo
notar que Charlotte Brontë, siguiendo consciente o inconscientemente la
grandiosa inclinación de su genio, fue la primera en despojar a su heroína no
solo de los artificiales oro y diamantes
de la riqueza y la moda, sino también de los naturales oro y diamantes de la
belleza física y la gracia. Instintivamente sintió que todo lo exterior debía
hacerse feo para que todo el interior pudiera hacerse sublime. Escogió la mujer
más fea del más feo de los siglos, y reveló dentro de ellos todos los infiernos
y los cielos de Dante.
"Charlote Bronte", del libro "Twelve Types" (1902)